Para la mayoría de las personas es muy difícil designar a un solo día como el mejor de nuestras vidas. Un día, por ejemplo, puede ser nuestro cumpleaños. Otro, el nacimiento de nuestro hijo. Parece que solo un Beatle podría cumplir la hazaña de hacer nacer a su descendencia en una sola fecha.
El 9 de octubre John Lennon cumplió los pasos más elementales de su vida. Fue un día así de 1940 que él nació, que irrumpió en el mundo violento que luego intentaría cambiar con todas sus fuerzas. Luego, treinta y cinco años más tarde, otro Lennon con su sangre llegaría al mundo: su único hijo Sean Lennon.
La primera fecha fue un día más para el mundo. John nació durante la Segunda Guerra Mundial, en el Hospital Materno de Liverpool. Solo lo recibió su madre. Su padre, Alfred Lennon, era marino mercante, se tuvo que perder el nacimiento de su hijo por las exigencias de su oficio. En aquellos días tan terribles, nadie prestó atención al natalicio de una criatura de familia corriente.
En cambio, el nacimiento de Sean fue más ceremonioso. Antes de su nacimiento John tuvo que prometer a su esposa, Yoko Ono, que él se encargaría del niño la mayor parte del tiempo. Solo con esa condición ella aceptaría tenerlo. Fue en el cumpleaños 35 de su padre que nació Sean. Los cinco años siguientes John abandonaría su carrera musical para dedicarse completamente en su hijo.
«Él no salió de mi vientre, pero, por Dios, yo hice sus huesos, porque yo atendía todas sus comidas, y la forma en que duerme, y el hecho de que nada como un pez», declaró John Lennon muchos años después. Luego dotaría a su hijo de un futuro prometedor. Para él, no bastaba compartir su cumpleaños y su apellido. Quería darle todo a su alcance.