«Elvis Presley, el rey del rock and roll, murió ayer a causa de un fallo del aparato respiratorio en la ciudad de Menphis (Tennessee) cuando contaba cuarenta y dos años de edad.»
Aquellas palabras no tienen ningún valor especial dichas de forma independiente, pero pronunciadas en conjunto y en ese mismo orden componen la noticia más trágica del siglo anterior. Anunciaban el final de una era, la expiración de una súper estrella.
El 16 de agosto de 1977, la muerte de Elvis Presley estremeció el mundo. Miles de seguidores se agolparon en su mansión Graceland, en Memphis (EE. UU.), mientras las líneas telefónicas se colapsaban en la ciudad y las floristerías se quedaban sin mercadería. Muchas emisoras del planeta dedicaron los siguientes días a reproducir nada más que su música.
«No te vayas a quedar dormido»
Según se cuenta en las memorias de Ginger Alden, la última novia de Elvis, el día que fue internado de emergencia, el cantante se había levantado temprano para ir a leer al baño, cuando ella detectó sus movimientos solo atinó a decir: «No te vayas a quedar dormido»
Luego, ocurrió lo que todos conocen. El cantante norteamericano, que sufría en los últimos meses trastornos en la vista y una gran tensión nerviosa, fue internado a primera hora del 15 de agosto en una unidad de emergencia del hospital Baptista de Menphis, donde falleció al día siguiente.
Sus fanáticos no pudieron simplemente aceptarlo. A los pocos días de haberse anunciado su deceso, surgieron los rumores de que Elvis estaba vivo, que solo quería tomarse una pausa, huir de la atención, del estrés, para volver a ser una persona común y corriente. Siendo esta la única alternativa a la irremediable pérdida del cantante, muchos no pudieron evitar tomárselo en serio. Hay quienes creen, incluso, que ahora en el 2018 él sigue con vida.