Juan Pablo y Daniel Narea son hijos de Claudio Narea, famoso guitarrista que en alguna etapa de su vida fundó y fue parte de Los Prisioneros. Impresionados por el mundo de la música y sus posibilidades los hermanos decidieron hace algunos años formar su propio proyecto: Los Psiconautas. Hasta las fecha han lanzado 6 sencillos, incluido su reciente estreno «Quiero Creer que es Verdad».
La canción abraza la impotencia y el desengaño. Desde una perspectiva en primera persona nos cuenta la reacción de un protagonista que debe enfrentar la traición de aquel ser amado. Dato no menor sobre el tema es la referencia en su portada a ‘Corazones’, uno de los álbumes de Los Prisioneros más alabados por la crítica y un punto clave de su trayectoria, pues marcó la salida de la banda de Claudio Narea.
Además, en los meses previos a la salida del álbum, Jorge González y Claudio Narea estuvieron enfrentados por una aparente traición del primero al tener una aventura romántica con Claudia Carvajal, entonces esposa del guitarrista.
En este contexto, pudimos conversar vía correo electrónico con Juan Pablo y Daniel Narea. Ellos nos contaron sobre su reciente lanzamiento que pone sobre la mesa recuerdos de la época más complicada de la banda de su padre.
La primera pregunta es evidente, ¿por qué, entre todos los discos de Los Prisioneros, escogieron hacer referencia a ‘Corazones’?
R: ¿Por qué no? “Corazones” es un disco reconocido popularmente, no sólo por la calidad de sus canciones electrónicas, sino también porque relata lo que implica ser aprendiz del amor: el idilio, el sufrimiento, el deseo, las heridas, el egoísmo, la traición, etc.
En relación con esto, Carlos Cadenas, nuestro diseñador, propuso una portada de single muy interesante: una copa de vino derramada en una camisa. Ante eso, pensamos que sería interesante complementar la propuesta con algo más “sangriento”, como una herida, un puñal clavado por la espalda.
Cuando Carlos propuso la portada no pude evitar pensar en el disco «Corazones», pero no es que haya nacido desde una idea premeditada. De hecho, si miras bien la portada de este single, hay varias subinterpretaciones que se pueden hacer de la imagen general, no solo esta asociación al «Corazones». También hay otra connotación de carácter sexual y de deterioro que fue una labor creativa encomiable del diseñador.
‘Corazones’ remite a un triángulo amoroso que incluyó a Jorge González y Claudio Narea, ¿qué conocen al respecto y cómo lo interpretan?
R: Las personas que escuchan música sienten la música, no imaginan necesariamente las vidas y experiencias que pudieron haber vivido ellos cuando eran jóvenes. Sobre lo que conocemos, puedo decir que es bastante más de lo que cualquier medio pudiera prever, pero no indagaré en ello ni en culpabilidades ni dolores que pertenecen a otros. La búsqueda incansable de culpas por parte de sus seguidores es absurda, porque todos los seres humanos vivimos dañados por este sistema económico y social, y nuestra propia inexperiencia en la amplia bóveda del amor.
Por otro lado, considero que todos merecemos ser escuchados y respetados, y a lo mucho, la responsabilidad radica en la ignorancia de lo que somos. El rol de nuestra mamá (de dos integrantes) es menor. Ella era una niña con derecho a equivocarse y es absurdo que algunos fans la hayan culpado tanto del quiebre.
¿El aura ochentera que envuelve a ciertas partes de la canción surgió naturalmente o incluirla fue una decisión deliberada?
R: ¿Cuál es el límite entre lo deliberado y lo natural en la producción de una canción? Siempre van unidos en la creación. Quizá soy muy ignorante al respecto, pero esta canción nació como un vals en ¾ y supongo que eso era lo natural, pero cuando decidimos convertirla a 4/4 decidimos transformarla deliberadamente. No obstante, no estoy seguro de si lo natural en una producción musical existe en un 100%. Puede que lo más natural sea la guitarra de palo y el cuaderno, lo demás, es trabajo de la mente creativa, voluntad, mezcla, plug-ins, etc.
El aura ochentera viene por cuestiones como el sonido de la caja de la batería y los sintetizadores, y fue una decisión consciente porque nos gusta mucho la onda atmosférica de esa época. Es más, creo que muchos artistas reconocidos juegan con esa sonoridad como Javiera Mena y Alex Andawanter.
La canción tiene muchas transiciones, ¿hay por narrativa o concepto una explicación a esto?
R: Buena pregunta. Pues claro, la canción tiene muchas transiciones y la idea es que acompañen la historia que se deja entrever. Al mismo tiempo, los versos grafican la parte más oscura, especialmente el principio con ciertas guitarras disonantes y sintes muy dark, lo que se relaciona con esa rabia acumulada que expresa la letra. Ya en el segundo verso hay una descripción con despecho, pero mucho más cómica y se acompaña de un riff muy sencillo pero preciso para dar espacio a las voces que por detrás aportan un dramatismo bien bonito. En la parte C, la voz se escucha más seca, cercana, como si fuera parte de un diálogo resignado con un amigo y acompaña musicalmente una onda medio relax que no alcanza a ser bossa, pero algo tiene.
Los sintetizadores del coro liberan la tensión y el tono emocional que se produce en las otras partes. En ese mismo sentido, la melodía vocal es juguetona, coqueta y bella, por tanto la incertidumbre y dolor de la letra pueden pasar a segundo plano, si lo que quieres es solo sentir la música. Además, el pattern de la batería junto al bajo crean un paisaje sensual, donde las caderas y el cuerpo pueden encontrar un disfrute bailable, al buen estilo de algunos temas “indie pop”.
Incluyendo este reciente lanzamiento, ¿cómo describirían su propuesta musical?
R: Es una propuesta indie versátil, en tanto arreglos y sonoridad; un viaje de bellas mezclas y colores que pueden sentirse como un rock indie o un pop indie ameno y disfrutable. Esta propuesta musical se compone por mensajes insertos en nuestras letras que van por tres vertientes, la “Psiconaútica”, la sociopolítica y la amorosa. En la primera, se incluye una reflexión simple en torno a una emoción, mientras que en el caso de la segunda, representada por “Libertad” hay una tajante crítica a la clase dominante y la crisis del capitalismo. En el caso de la última vertiente, se derivan “Venir a Jugar” y “Quiero creer que es Verdad”, que también son canciones más ligeras de amor, coquetas, de desamor o del deseo.
¿Hacia qué objetivos apuntan y qué pasos seguirán para alcanzarlos?
R: Nos gustaría en esencia llevar una propuesta distinta a la escena musical sin casarnos solo con un estilo de sonoridad, pero conservando melodías, armonías, mensajes psiconáuticos, creatividad colorida y la voz pastosa en la interpretación. Por consiguiente, apuntamos a seguir componiendo para hacer nuevos lanzamientos, feats y creando nuevas audiencias en Chile y Latinoamérica para nuestra música.
¿Con una referencia de este tipo (al álbum ‘Corazones’) no les preocupa que luego no puedan distanciarse de la fama y el legado de su padre?
R: Si bien es cierto que la asociación es inevitable, no es nuestro objetivo que eso ocurra. Pero en verdad no es algo que nos preocupe, pues entendemos que los medios más masivos de comunicación no pueden evitar realizar alguna pregunta relacionada cuando nos entrevistan, y al menos yo, no tengo problema en responder. Por otro lado, queremos aclarar que en el caso específico de QCQEV, se dio de forma espontánea la similitud de portadas y eso no fue con el objetivo de “usar” la fama de “Los Prisioneros”. Aunque podría verse como un homenaje implícito, dependiendo de los ojos que lo miren.
Es importante recalcar que en el caso de la sonoridad no hay tanta similitud y que usamos varios sintetizadores que distan bastante del estilo de “Corazones”. Así que, vuelvo a aclarar; no son ni por si acaso los mismos que se ocuparon en este buen disco chileno al que se le hace un guiño con la portada. Y, siendo honesto, no me parece correcto verlo de esa manera, ya que llevamos mucho tiempo esforzándonos por hacer visible nuestra música como la mayoría de los artistas emergentes; tenemos nuestra propia identidad y sello.