Reseña: Mundaka se queda en la playa en compañía de un ‘Albatros’

Mide 90 cm en la plenitud de su desarrollo y llega a vivir hasta los 80 años. El albatros es una de las aves marinas más impresionantes que habita la costa de Perú. Y no solo eso, es también musa inspiradora. Esta ave de alas oscuras prestó su nombre para el título del segundo disco de la banda integrada por Rodrigo Vera Tudela, Richard Angeles, Lucas Stiglich y Mateo Majluf. Como nos gustan las aves y la música no pudimos evitarlo. A continuación nuestra apreciación de ‘Albatros’ (2019), el flamante lanzamiento de Mundaka.

Con solo escuchar el nombre de la banda, ya tenemos un paisaje en mente: una playa paradisiaca. Luego, al escuchar su música, notamos que detrás de ellos la playa es mucho más que una imagen, es el contexto desde donde nace su música. Así lo fue en ‘Sonata Tropical del Ártico’ (2016) y sucede de nuevo en ‘Albatros’. La identidad de Mundaka se mantiene intacta en este disco. Aún así, hay pequeñas pistas de que muy pronto podríamos ver una versión menos costera de la agrupación limeña.

Ya en su trabajo debut habíamos visto la incursión de la banda por los arreglos con instrumentos de orquesta sinfónica (viento y cuerdas). En esta ocasión, toman mayor protagonismo en algunos temas. ‘Náufrago’ es la primera pista del álbum y sobre un ritmo más propio del jazz encontramos a los mencionados instrumentos. Como en un rompecabezas, vemos que las piezas coinciden: cuando una acaba el otro complementa. Así, construyen todas juntas la canción y -aún más allá- el álbum.

Solo uno de las tracks no es una canción. “Astronautas en Mi Patio”, séptimo en el álbum, aparece en la mitad y nos deja un mensaje, una señal inequívoca de que este álbum contiene un sentido más profundo. Para la música. De pronto una señal de interferencia nos sorprende. Empiezan a sonar fragmentos de monólogos y discursos relacionados a problemáticas de distintas partes del mundo. Si alguien no entendía el sentido del álbum, con esto encausa su atención. Bien ahí.

La producción de ‘Albatros’ es adecuada. Batería, guitarras, bajo y voz se encuentran sumergidas bajo una densa capas de sonidos sintetizados. Aún así, el estilo tropical no se pierde, todo lo contrario, predomina. Es por eso, en esencia, una continuación de su primer álbum. Claro, hay nuevas características como ya se mencionó; pero sin ningún problema podríamos intercambiar temas de un álbum con otro. No hay diferencia marcada entra ambas propuestas ¿Es eso malo?

Pues no. El disco es un paso seguro, con destacables temas que -dentro del límite del estilo que les caracteriza- muestran elementos interesantes para un próximo trabajo. Temas como “Vientos de Otoño”, “Sputnik”, “Filin Collins” y “Sincopena” parecen indicios de que estamos en medio de la transición, que la gran sorpresa llegará después. Existe el germen de la experimentación, una inclinación al jazz y al funk. ¿Logrará desarrollarse? No lo sabemos; sin embargo, ahí está la oportunidad.

El veredicto

Mundaka nos presenta un disco correcto, cumplidor -quizá un poco más que eso-, y que trae detalles interesantes; pero que no representa todavía una evolución en su estilo. En los términos que más pertinentes, es una vela que apunta a una playa nueva, aún sin explorar. Ellos van en su bote con tranquilidad, con el mérito de haber hecho las cosas bien y listos para desembarcar. Allá, en ese nuevo lugar dependerá de ellos mantener la alegría.

Por ahora no hace falta pensar mucho en ello. Albatros es un trabajo que nos muestra la personalidad de una banda fresca, como cualquier brisa que se siente tan cerca del mar. No tiene elementos que nos hagan perder la cabeza, pero sí muestra el potencial de quien podrá hacerlo. Por otro lado, es un disco que tiene cosas qué decir, por momentos abandona los lugares comunes y nos hace asomar a tópicos por lo general abandonados. Gracias a ello, el Albatros vuela tranquilo y seguro.