Luego de casi un año de ver sufrir a todo un país, en enero del 2021, Franco Oriondo, bajista de Plutonio de Alto Grado, se sumó al cuerpo médico y la lucha contra el covid-19 en Perú. Según dice, quiso hacerlo antes, pero su universidad, por incapacidad o desinterés, no le ayudó a agilizar los trámites necesarios para que pudiera ejercer como doctor.
Mientras tanto, pudo aportar su grano de arena desde una posición que le apasiona: la música. Con su banda, Franco publicó tres sencillos durante el 2020: «Hey Tú Corazón«, «El Umbral» y «Blues de Navidad«. De esos, los dos dos primeros temas fueron compuestos específicamente para las difíciles circunstancias que nos tocó vivir en los últimos meses.
«Hey Tú Corazón» nos habla de mantener la esperanza para superar la crisis, de mirar el lado soleado de la calle y de resistir las embestidas del destino. En el post de lanzamiento, Plutonio explicó que la canción surgió «en agradecimiento a todo el personal de salud, policías y miembros de las Fuerzas Armadas». Corría por ese entonces el mes de abril y la pandemia afectaba de forma terrible al Perú, que se encontraba en un toque de queda de ya varias semanas y cuya extensión era indefinida.
Por su parte, «El Umbral» nació de un sentimiento opuesto. Acababa de fallecer el tío de Franco y había que canalizar el golpe. El resultado fue una pieza cargada de dolor, impotencia y nostalgia en la que uno, como oyente, se llega a sentir identificado, en especial si tuvimos el infortunio de perder a algún ser querido. «Nos gusta mucho hacer canciones bien reales, que tú te identifiques y sientas la realidad de lo que sentíamos para que tú también lo sientas», nos dice Franco sobre este sencillo lanzado en septiembre del año pasado.
Cuando por fin pudo ejercer su profesión, Franco se fue de inmediato para el Hospital Tingo María, en la provincia de Leoncio Prado en el departamento de Huánuco. «Y así fue que me titulé recién en noviembre. Sustenté mi tesis y me titulé como médico cirujano. De noviembre a enero hay como dos meses, esos dos meses ha demorado en el papeleo. Por eso demoré. Ni bien sale mi colegio médico el 19, ese mismo día conseguí trabajo y ese mismo día ya me estaba yendo», cuenta.
La llegada al campo de batalla
De una forma totalmente distinta, Franco Oriondo sabe lo que estar al frente. Como miembro de una banda de creciente popularidad él se ha ido a costumbrando en los últimos años a estar expuesto y vulnerable ante la gran masa de personas para los que toca, en ocasiones también ante los que no —los infaltables haters. Pero esta experiencia se planteaba como totalmente distinta, permanecer en la primera línea en la lucha contra el covid-19 era arriesgar su vida y tener en sus manos la de otros tantos.
«Antes nadie moría, hoy sí mueren. Ya no hay «Doctor, gracias». Eso es frustrante, por lo menos para mí que tengo complejo de héroe».
Por otro lado, en esta pandemia, Franco vivió uno de los escenarios más crueles cuando su tío se contagió del virus y posteriormente falleció. «Recuerdo muy bien el día en que me llamaron para decirme que mi tío había fallecido, eran la 1:40 de la madrugada, estaba durmiendo, y fue desastroso», dice el bajista.
Franco atravesó un conflicto peculiar cuando le tocó hacer lo mismo en su nuevo papel. «En mi primera guardia, he tenido que llamar y hacer lo mismo. Llamar al familiar. «Aló, buenas, te hablo del hospital Tingo María. ¿Es familiar de tal? Lamento comunicarle que su familiar acaba de fallecer». Tengo que hacerlo. Y es chocante estar en los dos lados porque también sufro».
Él explica: «Sigues al paciente, lo tienes, dices «está bien, va a mejorar», pero la enfermedad es traicionera, tienes que esperar por lo menos un mes y aún así no se puede garantizar si ha estado moderado, severo o grave que va a salir. Se vive el día al día. Como le digo a los pacientes «hoy está bien, no sé si mañana». Ya lo van entendiendo, supongo que en la primera ola debió ser más chocante, porque no sabías a qué te enfrentabas».
La carga emocional de una profesión como la del médico es enorme, más aún en medio de una crisis sanitaria. Franco se ha enfrentado a eso.
«La primera semana yo llamé a mi mamá y le dije que no era lo que yo quería, porque el hospital era bonito antes, cuando hice mi internado ibas y eras el héroe. «Doctor, gracias», todo era así. Antes nadie moría, hoy sí mueren. Ya no hay «Doctor, gracias». Eso es frustrante, por lo menos para mí que tengo complejo de héroe».
Afortunadamente, el bajista de Plutonio encontró fortaleza de un personaje de su niñez, su abuelo. «Luego de que falleció mi abuelo, me dejó a los 18, supe que no podía seguir siendo el niño tan sensible», cuenta. «Poco a poco fui cambiando, fui ganando su fuerza, entendía que él se había ido pero que tenía que vivir dentro de mí. Yo acogí esa manera de ser, desde ahí empecé a formar la mente un poco más fuerte».
Y además encontró varios caminos para despejarse: «¿Cómo manejo lo psicológico? Entiendo las cosas. Hablo con la banda. Son mis mejores amigos, siempre hablamos, nos cagamos de risa, les digo cómo son las cosas, nos burlamos de nosotros mismos, hablamos de la casa, los planes y la música. Sin ella no puedo vivir, me libera completamente».
Una vacuna de esperanza
El mundo hoy encuentra en la vacuna su única salida de este oscuro agujero. Es el camino que nos devolverá la tan ansiada normalidad, aquellas épocas cuando podíamos caminar libremente, ir al cine, asistir a un concierto, festejar, no pensar en nuestra propia mortalidad, no sentirnos miserables por el fallecimiento de nuestros seres queridos y los miles de defunciones diarias que opacan los noticieros y las redes sociales.
Franco recibió la vacuna el 10 de febrero. Como médico en primera línea, él forma parte de la Fase 1 del Plan Nacional de Vacunación contra la COVID-19 de Perú. Ahora puede continuar su tarea con la seguridad de que no corre peligro fatal. Las cosas mejoran y él lo reconoce.
«Son bastantes emociones encontradas, porque yo en casa veía por las redes cuántos colegas mueren. Han muerto mis profesores, algunos compañeros, entonces es doloroso ver y decir «ahorita ya llegó la vacuna, esto por lo menos es un rayo de esperanza que se va a completar cuando llegue el otro lote para terminar de estar inmunizados y decir ya, empezamos una nueva etapa»».
La realidad respalda la percepción de Oriondo. A inicios de febrero, la Confederación Médica Latino Iberoamericana dio a conocer que Perú es el tercer país de Iberoamérica con mayor cantidad de médicos fallecidos por covid-19. La cifra de 306 fallecidos de Perú solo es superada por México (con 1 151) y Brasil (con 465).
«La vacuna es lo mejor que puede haber, es lo que se esperaba, la mejor opción y tampoco hay otra. No hay tratamiento para la enfermedad, pero la vacuna puede prevenir en un 100 % casos graves y severos. Quizás puedas llegar a contagiarte, pero no vas a ir a UCI a morir».
Ya más tranquilo en el plano de la salud, que es el mundo en el que más está inmerso actualmente, Franco se da un tiempo también para pensar en la música y el impacto que una vacuna tiene para ella.
«Igual, un rayo de esperanza, pero obviamente un poco más tenue que para el médico. Porque como músico, no esperas que tus colegas estén vacunados, tú esperas que el público esté vacunado, que las personas de a pie estén vacunadas para que puedan decir «Oye, va a tocar Plutonio, vamos»».
«Entonces, es una luz, pero más tenue. Cuando empiecen a vacunarse a las personas de a pie, que es la tercera fase, tal vez te podría decir «ya, la luz está alumbrando un poquito más, ya estamos volviendo». Pero igual es esperanza, por más chiquita que sea está bien, no hay que ser mezquinos. La vacuna es lo mejor, no hay que ser antivacunas».
Un país que ha dado la espalda a sus artistas
«Una mierda, así lo describo. La cultura es lo más olvidado de este país», dice Franco cuando le consultamos por las medidas que ha tomado el Gobierno con la cultura. Para el bajista y médico, al Perú poco le importa mantener y apoyar su capital artístico. Incluso si le importara, dice, poco es lo que lograría.
«No le puede pedir al Perú que se preocupe por su cultura (aunque tiene bastantes y buenas cosas). No, el Perú le presta atención a las grandes cosas como el sistema de salud, el sistema de educación y no así lo hace bien. Entonces la cultura está recontra abandonada», dice Franco.
«Yo amo el país; pero por amar algo no voy solo a decirle las cosas bonitas».
A propósito del tema, Oriondo también menciona los intentos que ha tenido Plutonio de Alto Grado para recibir apoyo de parte del Estado. «Hemos postulado dos veces a los estímulos, ¿tú crees que nos han dado algo?», dice con notorio enojo. A lo que se refiere es a los Estímulos Económicos para la Cultura, un mecanismo en formato de concurso organizado por el Ministerio de Cultura de Perú en el que artistas y trabajadores relacionados al arte pueden postular para recibir un fondo para poder llevar a cabo su proyecto, sea una banda, una empresa, una presentación o lo que sea. Obviamente, son pocos los que ganan y obtienen este beneficio.
«Si nosotros que de alguna manera somos algo conocidos no lo recibimos, ¿qué puedes esperar de gente que aún no, que la lucha, que recién quiere llegar?», lamenta Franco y continúa: «Mucha gente piensa que nosotros ya somos y no, te lo digo, no somos nada. En este país, en Cultura, nadie es nada. La última rueda del coche es el artista y está mal».
«Nosotros hubiésemos querido que nos ayuden, hubiesen acortado bastante el tiempo todo lo que nos ha costado. Y eso es lo que deberíamos hacer, ¿no? Sacar nuevos artistas. Pero como te digo, la cultura está al último. Algún día ojalá que cambie. Está en nosotros cambiarlo».
Con lo dicho hasta ahora puede parecer que Franco Oriondo tiene una relación primordialmente de odio con el Perú; no obstante él asegura que no es así, sino que es su manera de expresar el amor que siente por la tierra que lo vio, nacer, crecer y que ahora defiende.
«Yo amo el país; pero por amar algo no voy solo a decirle las cosas bonitas. Soy peruano y siempre voy a serlo, pero sé identificar cómo está el país, sus defectos, sus trabas. También sé sus cosas buenas, pero ya de las cosas buenas todo el mundo habla» explica.
Bajista de alto grado
En estos momentos, como en tantos otros, el Perú se encuentra sumergido y ahogándose en una crisis de la democracia. Hace poco salió a la luz que varios funcionarios del Gobierno y otros personajes influyentes tuvieron acceso de forma irregular a la vacuna de Sinopharm, cuando esta aún no estaba aprobado su uso fuera de ensayos. Un ejemplo del egoísmo de los privilegiados.
En un contexto así, Franco admite que ha pensado en algún momento en dedicarse a la política, ya sea como congresista o «por qué no» presidente. Sin embargo, algo lo detiene: «Tal vez, pero no lo veo por ahora. Mucho problema, mucho anticuerpo. Ese es el gran problema de hacer política en Perú —en sí, de ser peruano—. El peruano es egoísta, es envidioso. Seguro que cuando pongan la nota, ufff, ya veo los comentarios. Así es la gente, uno está acostumbrado».
¿Será que este país no tiene salida? ¿No habrá una luz al final del túnel? ¿Acaso estamos condenados a sufrir con este gen del mal que nos vuelve envidiosos y egoístas?
«También tenemos muy buenas cosas y si dejáramos de lado ese gen del mal… Yo también lo tengo, porque soy peruano; pero soy un peruano diferente, que se dio cuenta del gen del mal y como que no lo he nutrido. Nunca he tenido envidia de nadie. Si he visto a alguien, he dicho «qué bien, ¿y cómo la hace?». Omar y yo siempre nos miramos y decimos «¿ese tipo tiene 5 brazos, diez piernas, 2 cerebros? ¡No! Nosotros también podemos». Eso es lo que debe hacer el peruano. Yo no estoy envidiando a nadie en ese caso; me estoy mirando a mí mismo para trabajar y mejorar».