El peor día de nuestras vidas: Crónica del concierto de regreso de Suerte Campeón

Este texto no debe ser interpretado literalmente, puesto que está construído desde la ironía. El autor ha tratado de usar el estilo irreverente de Suerte Campeón para construir una crónica que capture su esencia en el mayor sentido posible. Es, a fin de cuentas, la memoria de un fanático más de la banda.

Un día, dentro de muchos años, seremos todos adultos y tendremos problemas de adultos. Estaremos ocupados con los críos, con los líos de la chamba y las finanzas. Perderemos, la mayoría de nosotros, la costumbre de ir a conciertos, de bajar a las tocadas. Ya no habrá tiempo -ni cuerpo- para las chupetas y los tonos. Nuestro fin de semana se reducirá a salidas con los niños, algunos matrimonios y un ocasional funeral.

Tú, atrapado en la rutina, extrañando tus viejas costumbres, soltarás un suspiro resignado y te refugiarás en la música. Con un vaso de licor en la mano, dejarás pasar las melodías mientras te pierdes en una infinidad de pensamientos. Esto, hasta que el azar te ponga en frente de una canción peculiar, de sonido deficiente y lamentable, y el intérprete te cante:

¿Cuánto tiempo tengo que esperar para decirte estas cosas tristes? Si las horas tienen que volar, mejor resiste. Esto no es un chiste.

En ese momento, convencido de tu madurez, conciente que estás más cerca a la salida que a la entrada, con la mente y el cuerpo añejos, recordarás El peor día de tu vida.

¿Cuál ha sido el peor día de tu vida?

Suerte Campeón es una banda de impresentables. Son jóvenes con claros problemas emocionales que no tienen un sonido pulido ni logrado. Según parece, consumen estupefacientes para sobrellevar sus propias existencias, para huir de las consecuencias de su propia mediocridad y la mala suerte. Son, por eso y en definitiva, una de las bandas que mejor refleja el sentimiento de cientos de jóvenes de nuestra época.

Aquello que no tienen en virtuosismo musical lo suplen con pasión y autenticidad. Muchos artistas al subirse a un escenario se vuelven actores, divos, rockstars. No es el caso de Suerte Campeón. Ellos no cambian. Sobre el escenario, entre la gente del público o en la calle son siempre los mismos: unos jóvenes con los clásicos problemas de la edad, con las inseguridades y los vicios típicos de toda su generación. Entonan «Gaaaaa» como un himno pueril para conectarse con su público, cuentan chistes cuando se les ocurre y comparten la intimidad de sus vidas a través de letras indiscretas y grotescas.

Setlist de Suerte Campeón en El peor día de tu vida.

Sus fanáticos son todo lo que uno esperaría: un grupo de sujetos diversos, de todos los tamaños y colores, que tienen en común el ser jóvenes sufridos y con un estilo peculiar de humor. Por redes sociales se insultan con cariño, dedican mensajes a las progenitoras del otro y se burlan sin piedad de los músicos. Tiene sentido: son la risa y el dolor las mejores formas de establecer lazos con las personas.

El viernes pasado, como unos tremendos salvajes, los fans de Suerte Campeón se avalanzaban hacia ellos y por poco destruyen una de las estructuras del escenario. Orlando Aquije, principal gestor de Nueva Ola y responsable del local, arriesgó su vida conteniendo con su humanidad las arremetidas de casi trescientas personas. Al final logró su cometido, pero debió ser la única persona que no disfrutó de ese momento. Lástima por él. La pasión es injusta. Da sufrimiento a algunos y ofrece placer a otros. Eso sí, nos regala las mejores fotos.

La noche también contó con la presencia de Nico Nico, Angelo con baja autoestima, Juan Gris y 16 bits. Las cuatro bandas se plantaron en el escenario para cumplir con la cuota de música y, a pesar de no ser los protagonistas de la noche, generaron harto movimiento en el público. Con letras lacrimógenas y guitarras con distorsión condujeron el ánimo de los asistentes a Nueva Ola. De entre ellos, Nico Nico destacó. No por su magnifica performance, sino porque entre dicha banda y Suerte Campeón existe un lazo casi paternal.

En medio de la presentación, Santino Amigo, vocalista de Suerte Campeón, llamó a Nicolás Nico Nico para que suba al escenario y compartan un tema juntos. La gente parece tener un fetiche con ellos, porque celebraron esa colaboración en vivo casi como un matrimonio. En redes sociales los joden, se indignan por dicha relación, pero en ese momento todos estuvieron contentos, sin quejas.

Aunque uno no sea parte de esta escena, ser testigo es, de por sí, un privilegio. La música, como arte, no existe solo para los privilegiados y talentosos. Es una forma de expresión, más aún para nosotros, los jóvenes. Es, en ocasiones como el concierto de regreso de Suerte Campeón, una fiesta de efervescencia, de empoderamiento. Un discurso contra una sociedad hostil, que nos causa tanto dolor y nos forja el carácter a punta de tragedias y lágrimas.

Un día, dentro de muchos años, seremos todos adultos. Y tendremos problemas de adultos. Y recordaremos todo. Luego de terminar de escuchar «Amor En Épocas Del Mundial», asomará el rumor de una noche de invierno cuando fuimos a ver y escuchar a unos sujetos impresentables y cantamos sobre lo cruel que es el mundo con los jóvenes. Un ataque de nostalgia nos golpeará cuando nos preguntemos a nosotros mismos: ¿Cuál ha sido el peor día de mi vida?