La noche del VMF 2018 podría ser descrita de muchas formas, y es que una gran cantidad de palabras de nuestro idioma podrían permutar para encajar en la definición de esa experiencia. Sin embargo, hay algunas que no. De ninguna forma podríamos decir que fue una noche aburrida, tampoco sería apropiado usar la palabra “incómodo” para referirnos a la noche del jueves. Y , sin duda, la que más se distancia del concepto del VMF 2018, la que incluso podría funcionar como antónimo es “mala noche”.
¿Realmente fue tan buena experiencia o acaso es una exageración producto del fanatismo por las bandas? Bueno, para entregar una respuesta honesta y satisfactoria a esa pregunta haría falta desmenuzar el evento en las partes que lo construyeron. Así podrá usted, hipotético lector, darse cuenta de la magnitud de este evento.
Para quienes asistieron, no hace falta dar motivos. Ellos saben muy bien a lo que nos referimos.
Zona BUDX
Debajo de las gradas del escenario principal estaba ubicado la Zona BudX donde los exponentes de la música electrónica se disputaban el público con las bandas del exterior. Este espacio estaba dividido entre una pista de baile y una sección amoblada donde uno podía para a descansar o incluso refugiarse en las máquinas de juego de zona gamer. Otra de las activaciones era la sección que ofrecía púas de guitarra y/o tatuajes a cambio de cierta cantidad de consumo de cerveza.
Es aquí donde se presentaron Aristidez, Neon Dominik, Matías Aguayo y Dengue Dengue Dengue. Al final de la noche y luego de la presentación de MGMT este espacio se volvió una vorágine bermellón que daba cobijo a quienes huían del final de la velada, quienes querían seguir pasándola bien dentro del festival. Se entreveraban los sonidos, los rostros y los movimientos.
Escenario Nacional
En el escenario de bandas nacionales las personas tenían más chance de desplazarse, de caminar y de degustar alguna comida. Mientras tanto, podías disfrutar de la presentación de alguno de los artistas presentes en ese momento sobre el escenario.
City Woods, Cementerio Inocentes, Resplandor, Tourista fueron las bandas que en ese orden se encargaron de musicalizar este ambiente. Los fieles fans de las bandas peruanas desde momentos antes de sus respectivas presentaciones se colocaban a pies del estrado, otros desde una posición más lejana veían recatados las presentaciones de sus compatriotas.
Escenario Veltrac
El primer artista internacional fue Barbagallo. Aun las personas seguían ingresando al recinto cuando empezó su presentación y fue así hasta que terminó. No había prisa, la noche recién empezaba. Las melodías apacibles del baterista francés eran el soundtrack perfecto para ese momento de la velada.
Se presentó Warpaint. El brillo del pop invadió el anfiteatro del Parque de la Exposición y un público más entrado en confianza se animaba a bailar desde la comodidad de su sitio. Eso sí, ya había quienes bajos los efectos de la bebida o de la emoción (qué difícil es distinguir) se balanceaban más exageradamente al ritmo de la caja. Luego de tocar New Song, tema de su último álbum, el cuarteto femenino agradeció el caluroso recibimiento y se retiraron con sonrisas de victoria.
Luego en este escenario saltó Babasónicos. Los argentinos llegaban a este festival como parte de su gira promocional de su más reciente álbum Discutible (2018) y por ello su setlist fue una combinación de sus clásicos éxitos y las canciones que componen el nuevo álbum. Lo cierto es que no se notaba mucha diferencia: los que escuchaban atentos supieron sacarle el mejor provecho de ambos. Cuando era una canción conocida como Risa o Putita coreaban a todas voz y cuando se trataba de un tema no tan popular aprovechaban para bailar.
El momento del plato fuerte llegó. Con un ligero retraso MGMT se presentó ante los miles de asistentes y plantados en una parte estrecha del escenario dieron rienda suelta a su repertorio. Fue tal y como se esperaba o quizás mejor. Al igual que sus predecesores en el escenario la banda americana llegaba a Lima para presentar Little Dark Age, flamante disco lanzado apenas este año. Es así que su show se diluyó en las horas entre grandes hits y piezas más novedosas.
Y algunas cosas más
Dentro del festival algunos ambientes más desapegados del ámbito musical también alimentaron la experiencia final. Al ingresar, por ejemplo, se encontraba uno con el Domo de Vans. La reconocida marca de zapatillas ofrecía actividades para pasar el rato en grupo o incluso de forma individual.
También cerca al escenario nacional se encontraba la feria de vinilos donde estaban disponibles los álbumes de las bandas que tocaban en el festival y también artistas de reconocida trayectoria internacional. Más allá pero no mucho más lejos los food trucks ofrecían sus diversos productos para todos los gustos.
Por donde ibas había algo qué hacer, a eso se le llama una experiencia de festival.
VMF 2018: síntesis
En una entrevista antes del festival, José Velasquez, fundador y CEO de Veltrac Music había dicho «Si vendemos carne tenemos que saber de carne, si vendemos arroz tenemos que saber de arroz. Si yo vendo música, experiencias de música, tengo que saber lo que estoy vendiendo y apuntar arriba». Ahora eso suena más cierto que antes, cada concierto producido por Veltrac lo vuelven más cierto.
Dijo Velasquez también en aquella ocasión que este festival había llegado para quedarse, que se realizaría uno cada año. Lo esperamos con los brazos abiertos, las buenas experiencias deben repetirse. Lima, nuestra ciudad, debe acostumbrase a las propuestas musicales serias, tanto a nivel de bandas como de productoras.
Aprovechamos el buen trabajo en el VMF 2018 para recordarle al público qué es lo que debería esperar de un festival. No es solamente juntar a grandes bandas en un mismo escenario nada más. Se trata de crear todo un ecosistema alrededor de la música donde puedan convivir plácidamente el público, los artistas, la prensa, los trabajadores en general. Otra cosa debería ser inaceptable.