Un sábado cualquiera llegabas a la Av. Nicolás de Piérola, en Barranco, y te encontrabas con una cola que se extendía desde la puerta de ingreso de El Tizón hasta la casa contigua. Si querías ingresar, debías esperar que alguien saliera a fumar y así dejara algo de espacio en el local. Ya adentro, veías los grupos de personas que se confundían entre ellas, bailando y bebiendo. Sonaba una canción de rock, pop o hip hop. Tomabas chela, pisco, Veneno. Era la fiesta del fin de semana.
Hoy esas noches se tornan lejanas e improbables. Un virus llegó del Asia y lo complicó todo. Entre muchos otros perjuicios, se echó abajo a la industria del entretenimiento, lo que incluye a los bares y salas de concierto, importantes centros de difusión de la música. Como El Tizón, muchos de estos negocios enfrentan las complicaciones del prolongado cierre.
Ante la duda sobre la situación de los locales limeños de música en medio de la pandemia y su futuro más próximo, Garaje del Rock conversó con Jason Phang Tan, gerente de El Tizón.
El presente de El Tizón
«Nos gustaría tener novedades o noticias muy positivas, pero la verdad es que es un momento complicado para los bares», empieza Phang Tan. Luego de que el presidente Martin Vizcarra anunciara el estado de emergencia, los centros de entretenimiento de la ciudad tuvieron que cerrar su puertas. Al principio, y como muchos, creyeron que no duraría tanto; sin embargo, pasaron las semanas y la situación se ponía más tranca.
Entonces tuvieron que buscar nuevas alternativas. En el caso de El Tizón, decidieron ofrecer su trago insignia, el Veneno, en presentaciones despachables y enviarlo bajo pedido a sus clientes. También hacen entregas de articulos como los shots, portashots y unas mascarillas con el logo del local. Les va muy bien. En la publicación en que anunciaban la modalidad de entrega, tuvieron más de 1000 comentarios y 300 compartidos. Los pedidos los superaron en capacidad, por lo que hicieron otro post disculpándose por la demora en la atención.
No obstante, no se compara con los ingresos que solían tener durante la atención regular al público. «Las ventas de licor por delivery y los productos de merchandising no llegan ni al 10% de lo que vendíamos antes», dice Phang Tan y explica: «Lo hacemos por mantener la marca y mover un poco del stock que teníamos antes que se eche a perder como ya pasó con varios productos».
Evidentemente, la reducción de ingresos conlleva consecuencias. Aquellas personas detrás de El Tizón, los trabajadores, se han visto gravemente afectados por esta situación. «Hemos hecho todo lo posible por apoyarlos. Les pagamos todo marzo a pesar de haber trabajado solo las 2 primeras semanas. Hace poco pagamos lo correspondiente a la grati de julio. Sin embargo, tuvimos que optar por la suspensión perfecta», lamenta Phang Tan y aclara que «esa era la mejor manera de mantener el vínculo y les permitiría acceder a sus beneficios sociales como CTS o fondo de AFP; pero sobre todo no perderían el seguro de EsSalud».
«Lamentablemente el rubro parece que no se va a reactivar pronto y tendremos que cortar vínculos laborales con la mayoría», agrega.
Improbable reapertura
Y es que tampoco están prontos a volver. Hasta no hace mucho tiempo, el Gobierno aseguraba que desde el 1 de agosto entraríamos en la cuarta fase de la reactivación económica, que incluía la reapertura de bares y discotecas. El jueves pasado, el ministro de Defensa, Walter Martos, dijo a RPP que en realidad no hay una fecha definida y que está en proceso de planeamiento. Lo cierto es que no hay indicios de que eso vaya a suceder hasta en los dos siguientes meses; no al menos para El Tizón.
«La apertura de bares en agosto fue noticia de un día por lo que dijeron algunas autoridades, pero la verdad es que no hay protocolo a la vista», afirmó Phang Tan. «Nadie sabe cuáles serán los nuevos requisitos ni cómo podemos cuidar a los clientes y a nuestro personal en una dinámica como la de un bar, francamente se ve complicado».
En la famosa fase 4 de la reactivación, se suponía que los centros de entretenimiento iban a poder abrir; sin embargo, hasta la fecha no se ha presentado un plan para adaptar locales y evitar los contagios de los clientes. Según afirmó Carlos Canales a El Comercio, el gremio de bares y restobares viene elaborando un protocolo sanitario para presentarlo al Ministerio de Salud —de quien depende evaluarlo y aprobarlo/rechazarlo—, pero este proceso llevaría por lo menos hasta finales de septiembre.
Por otro lado, según indica Phang Tan, las municipalidades, que son aquellas que suelen fiscalizar a los locales, tampoco brindan apoyo. «Siempre ven a los bares como enemigos —excepto a la hora de cobrar tributos y multas. El alcalde de Miraflores, por ejemplo, ya dijo que para él los locales deben mantenerse cerrados hasta el próximo año, por lo que una medida similar en Barranco podría darse».
Y se dio. En declaraciones para Gestión, el alcalde de Barranco, José Rodríguez, dijo estar a favor de mantener cerrados los centros de entretenimiento nocturno. «Entre discotecas y bares que funcionan en Barranco no pasan de 40, por lo que si ponemos en un balanza la salud de las vecinos con la posibilidad de que 40 inversionistas cambien de giro de negocio, creo que lo razonable es que estos empresarios vean la posibilidad de virar hacia otros negocios. Por encima está la salud», indicó la autoridad.
Lo sufre El Tizón, porque aunque estén dispuestos a regirse a las normas y protocolos que hagan falta, no hay nada que les dé la certeza de que puedan operar con tranquilidad.
«Podemos invertir en implementos de protección para nuestros trabajadores, mantener los locales limpios y desinfectados, hacernos pruebas periódicamente, pero si no recibimos un verdadero apoyo de las autoridades locales, lo mas probable es que tengamos locales abiertos con un aforo restringido, con horario restringido y con municipales afuera buscando pequeños errores para sancionarte o clausurarte», aseguró la cabeza del bar barranquino.
Luego agregó: «Todos reconocen el Barranco bohemio, el Día del Pisco, efecto en el turismo, etcétera… pero en el fondo los negocios están solos y en esta crisis mas aún. Estoy seguro que muchos negocios están quebrando y eso la municipalidad lo ve como un alivio, un problema menos en lugar de una preocupación».
¿Qué va a pasar con El Tizón?
La duda que deben tener muchos parroquianos que acostumbraban pasar los fines de semana en El Tizón es qué va a pasar con el establecimiento barranquino donde solían asistir para beber «Veneno» y disfrutar de la música. ¿Estará ahí para cuando pase la tempestad? Aunque es difícil predecir aquello que pueda suceder, Jason Phang Tan asegura que sí.
«Hacemos todo lo que podemos y lo haremos siempre. El Bar cumplió 16 años el 30 de enero [de 2020]. Son muchas personas las que nos conocen y pasaron muy buenos ratos aquí y en algún momento volveremos a abrir, es un compromiso. Tal vez no como antes, pero volveremos, de eso estoy seguro», dijo el gerente y mencionó que manejan un proyecto de restaurante en espera.
Podemos estar un poco más tranquilos. Los venenos, los bailoteos, las noches de calor volverán. Nomás que cuesta saber cuándo será. El gerente de El Tizón lo presiente: «Eso arrancará pronto y de a pocos con mucho cuidado los clientes nos volverán a ver… Va a depender de todos la «Nueva Normalidad» y la «nueva forma de tizonear y divertirse»».