El 11 de agosto de 1959, en el barrio de Barracas, en la ciudad de Buenos Aires, el mundo vio por primera vez a un tal Gustavo Cerati. Fue un día como tantos en aquella modesta localidad argentina. La llegada del nene pasó desapercibida. Se trataba solamente del hijo mayor del ingeniero y contador Juan José Cerati y la taquidactilógrafa Lilian Clark. Así, sin que nadie lo sospeche, empezó la historia de una leyenda.
Con la ventaja de haber nacido en un ambiente colmado de música, Gustavo siempre buscó formar una banda de rock. Su primera incursión data de cuando él aún se encontraba en la primaria. Según cuentan sus familiares y amigos de entonces, se juntó con sus compañeros del colegio y con unos palos de escoba a manera de instrumentos ofrecieron un show como todos unos rockstars.
En el colegio parroquial San Roque, Gustavo conoció a Sebastián Simonetti y Alejandro Magno, quienes se volverían sus mejores amigos en la etapa escolar. Ellos le pusieron de apodo ‘Melena’ y compartieron con él las tardes de sus adolescencias. Escuchaban discos de rock de Yes y Genesis, conversaban sobre ovnis y demás hechos sobrenaturales y absorbían mutuamente el humo de sus primeros cigarrillos.
Cuando terminó la secundaria, entró a la Universidad del Salvador para estudiar la carrera de Publicidad. Para esta época Gustavo ya experimentaba con múltiples sonidos y estilos en las distintas bandas que formó y participó. Tras muchos intentos, encontró comodidad cuando conoció a Héctor ‘Zeta’ Bosio, con quien se entendía muy bien en el plano artístico.
Con un nuevo cómplice, Gustavo continuó su búsqueda de más integrantes para su proyecto. Es así que conoce a Charly Alberti. Él se suma a la causa y completa el trío mínimo necesario para la banda. Hay que tomar en cuenta también el papel que desempeñó Carlos Alfonsín. Él no tocaba ningún instrumento, pero hacía algo fundamental: mostraba al trío las novedades del mundo de la música. Gustavo conoció a The Cure gracias a él.
Es así que Charly, Gustavo y Zeta se sientan, comparten sus ideas, componen y graban canciones. Al poco tiempo, ofrecen sus primeros conciertos en bares de su localidad bajo el nombre definitivo de Soda Stereo. Testigos del inicio fueron sus amigos de la infancia, Sebastián y Alejandro. Ellos asistieron a sus primeros shows y se dieron con la sorpresa de que Gustavo los había traicionado. Gustavo tocaba New Wave, un género que, como seguidores del rock progresivo, les estaba prohibido escuchar.
Este hecho no afectó sin embargo su amistad. Simplemente no les gustaba lo que hacía Gustavo. Igual lo apoyaban. Pasaron los años y cada vez lo veían menos. Las giras volvían a Gustavo un sujeto inubicable. Las noticias sobre él dejaron de recibirlas de parte suya, de pronto solo hacía falta prender la radio para enterarse de qué andaba haciendo ‘Melena’.