Kurt Cobain, el que alguna vez fue vocalista y guitarrista de una de la bandas más aclamadas del mundo, nació un día como hoy hace 52 años. Si pudiéramos aplicar la historia contrafactual*, diríamos que si no fuese por esa fatídica decisión, quizá hubiese sido el músico más influyente de la época actual, que tal vez hubiera sacado al rock del hoyo en que se encuentra atascado, o más bien, que no hubiera permitido que se metiera en ese hoyo.
Que de haber tenido más tiempo, habría compuesto muchos más megaéxitos, y que por ello, Smells Like Teen Spirit, hubiera sido regazado a ser su cuarta o quinta canción más conocida. Que habría llegado a componer muchos más álbumes, con canciones que reflejen la situación actual, las guerras, los refugiados, la elección de un personaje muy peculiar como presidente de su país.
Que de haber permanecido más tiempo junto con sus compañeros de banda, podría haber llegado a interpretar las ideas de Dave Grohl, que de haber estado más tiempo en actividad sobre los escenarios hubiera realizado presentaciones con grandes artistas actuales.
Pero no ha sido así, y en verdad no tiene sentido desear que hubiese sido de otra forma. Su vida -a pesar de corta- es reconocida como un hito histórico. Su legado es incuestionable y su historia es ya leyenda. Lideró la banda que fue estandarte de los 90, compuso las canciones más emblemáticas del final del siglo anterior, fue un gestor primordial de la consolidación del grunge y -en general- del rock alternativo en la escena musical, tradujo en melodías la efervescencia y espíritu rebelde de millones de jóvenes alrededor del mundo.
Una última suposición: Hoy, Kurt Cobain -si no fuese por esa fatídica decisión- cumpliría 52 años.
(*) Ejercicio de abstracción sobre los sucesos históricos que pretende dilucidar a un curso hipotético de acontecimientos históricos.