‘Canción Animal’: un exquisito festín de poesía y distorsión

Se cumplen 30 años del nacimiento de uno de los discos más importantes y exitosos de la música latinoamericana: ‘Canción Animal’, de Soda Stereo.

El trío bonaerense ya había llegado a los 30 años (o se acercaba, como es el caso de Charly Alberti que para entonces tenía 27 años), y ya no eran más unos jovencitos con look “The Cure”, afanosos por hacer bailar a la juventud latinoamericana.

Ya habían logrado todo (o casi todo). Habían sacado ya 4 discos, uno más exitoso que el otro. Ya habían conquistado el corazón de Latinoamérica, ya llenaban estadios; y cuando todos creían que Soda ya estaba en la gloria y no iba a poder lograr nada más, nadie esperó algo como lo que se iba a oír a partir del 07 de agosto de 1990.

Producido entre los mismos miembros de Soda, Gustavo Cerati y Zeta Bosio, y con las colaboraciones de Tweety Gonzales, Andrea Alvarez, Pedro Aznar y Daniel Melero, lograron crear el disco más rockero, poderoso, popular, exitoso y sexual (como es evidente en la portada, la cual fue censurada en algunos países) de la banda. 

Hablemos canción por canción de este exquisito festín de poesía y distorsión.

1) (En) el Séptimo Día

Empezamos el disco con una potente batería tan bien ejecutada que nos crea la duda de si es una máquina o si es Charly Alberti realmente. Se une una poderosa guitarra distorsionada que nos va a avisando cuál será el espíritu de este trabajo. Con un ritmo rockero pero funky de poco ortodoxa métrica (7×8), Gustavo nos canta sobre el domingo (el séptimo día) y su sentir frente a él. Esta canción fue la encargada de abrir casi todas las presentaciones que haría la banda a partir de ese año. 

2) Un millón de años luz:

Nos calmamos un poco, como debe ser después de tanta acción. Esta pausa, sin embargo, no duró mucho. Rápido entra un etéreo conjunto de punteos eléctricos que te ordenan volar de tu casa junto a tu amante y desentenderte de todo en este viaje a velocidad del año luz. “Ella conoce mi perversión en esta noche larga…”.

3) Canción Animal:

El tema encargado de darle nombre al álbum, que según los miembros de la banda, engloba todo el concepto del álbum. Aquí Gustavo nos regala una de sus más grandes y recordadas frases: “No me sirven las palabras, gemir es mejor”. Con un exótico solo de guitarra que por momentos emula el sonido de un sintetizador apasionado.

4) 1990 (Mil Nueve Noventa):

El tema arranca con unos feliz rasgueos acústicos que son acompañados de un potente bajo, que por momentos nos recuerda a The Smiths y a The Beatles, por supuesto. Ese solo de piano tan Beatle es simplemente hermoso.

No existe registro de que haya sido interpretada en vivo esta canción, sin embargo muchos, incluido Zeta Bosio, afirman que alguna vez sí fue tocada.

5) Sueles dejarme solo:

Es imposible no sentir la influencia de grandes bandas clasicas del rock pesado argentino en este tema, tales como Pescado Rabioso, Vox Dei o Aquelarre.

Esta canción originalmente Gustavo la compuso para Tango 3, el proyecto con los gigantes Charly Garcia y Pedro Aznar, que lamentablemente jamás vio la luz.

6) De música ligera:

Qué podemos decir de esta canción. El que nunca la ha tocado en la guitarra, puede tirar la primera piedra. Hasta el más ajeno al rock conoce esta canción y probablemente pueda cantarla. Dejemos los complejos de lado: es un hitazo y nadie lo puede negar. Cerati, que la compuso de casi tan solo un tirón, sabía que iba a ser un hit. Sobre esta icónica canción que marcó a toda una generación, Cerati declaró lo siguiente: <<La letra habla de la música en sí: ‘ella durmió al calor de las masas, y yo desperté queriendo soñarla’. ¡Es eso, es la música hablando! Entre nosotros sentíamos y sabíamos que ese tema iba a reventar. A veces sentís eso. Y por la forma tan instantánea en que salió fue como si la hubieran tocado diez mil grupos antes. Quizás no fue así… ¡la tocaron diez mil grupos después!>>. Esta canción fue la encargada de darle cierre a su legendario “Ultimo Concierto” en 1997, con un Cerati emocionado y un publico eufórico pero melancólico al mismo tiempo porque sabía que era el fin, por lo menos por 15 años.

7) Hombre al agua:

Uno de los temas más aclamados de la banda, en la que cada miembro se luce. Este tema compuesto por Cerati y Daniel Melero, comienza con unos efectos de sonido que son interrumpidos por una atronadora guitarra eléctrica que le da paso a la potente batería acompañada de unas planchas del sintetizador. ¿Aún caben dudas de lo tan buen guitarrista que fue Gustavo Cerati? Este es, tal vez, uno de los momentos más altos del álbum.

8) Entre caníbales:

La canción comienza con unas guitarras al revés al más fiel estilo Revolver de The Beatles, que rapidamente son interrumpidas por el hermoso rasgueo de la guitarra acústica que se pasea de oído a oído (si la escuchas con audífonos). Cerati no tiene reparos en dejar claro su hambre y pasión sexual por su amante. “Come de mí, come de mi carne; tomate el tiempo en desmenuzarme”, “el dolor es veneno, nena, y no lo sentirás hasta el fin, mientras te muevas lento y jadees el nombre que mata”. Una de las mejores canciones de la banda.

9) Té para tres:

El momento más personal del álbum. Al conocer la historia detrás de este hermoso tema, es imposible esconder las lágrimas. Cerati compuso este tema sobre la enfermedad de su padre, un cancer terminal que pronto acabó con él. Esta es la canción favorita de su madre, Lilian Clark, la cual comentó lo siguiente sobre la canción: <<Estábamos tomando el té porque en casa nunca faltó el té, como buena heredera de irlandeses que soy. Estábamos los tres, Gustavo, mi marido y yo. Teníamos en la mano el último análisis que iba a confirmar o no la enfermedad y en qué estado estaba. La verdad que los resultados eran muy negativos>>.

Para la versión del MTV Unplugged de 1996, la banda realizó un homenaje a la canción Cementerio Club de Pescado Rabioso (banda de Luis Alberto Spinetta), tomando prestado el solo de guitarra. Uno de los momentos más épicos y emocionantes del rock argentino.

“No hay nada mejor que casa”.

10) Cae el sol

Digno cierre para semejante álbum. Empieza con unos soniditos de pajaro y unos épicos violines. Cerati le da fin a esta obra maestra de álbum rescitando lo siguiente:

“Un extraño destino, una oscura verdad
Tan sólo tropiezos, amar o callar
Anduve caminando por calles al azar
Por calles vacías
Buenos Aires, Buenos Aires
Humedad”

Colofón

Qué manera para entrar a una nueva década, los 90 tan distintos de los 80.

Sinceramente el único defecto de este disco es que tiene fin. Un discazo que debes escuchar sí o sí. No importa que no te guste Soda Stereo. Escúchalo, probablemente cambies de parecer.

Y para mayor placer animal, escúchalo a todo volumen” (nota presente en el disco).

Texto por Rodrigo Sebastián.