Antes que nada, debo decir que todas las opiniones vertidas en este artículo son propias de este humilde servidor y no pertenecen a Garaje del Rock. Están advertidos.
Después de una larga espera de un año, con postergación y cambio de local incluido, llegó la fecha pactada para el festival Vivo X el Rock (VxR) 2019. Ya Indeci nos había alarmado sobre la congestión que habría por los múltiples eventos del día (¿recién se dieron cuenta 2 días antes?). Fue así que tomé mis precauciones y salí 12:30 p. m. para ver bandas que empezaban a las 3 p. m. Si el tráfico limeño de por sí es infernal, no quería imaginar cómo estaría ese día. Después de un viaje cuasi interprovincial, evitando a toda costa la Javier Prado, y después de encontrarme con una amiga y un amigo suyo, llegamos sin problemas hasta la universidad San Marcos.
Antes de entrar, almorcé afuera un mostrito intuyendo desde ya que la demanda de comida superaría a la oferta dentro del recinto. Nos llamó la atención un chico que vendía los horarios del festival impresos a s/1, bajo la premisa de que así no vas a gastar tu batería revisando constantemente tu celular. Cuando dicen que los peruanos somos ingeniosos para ver oportunidades de negocio, están en lo cierto.
Al llegar nos sorprendió que la cola de ingresó era relativamente corta, nada que ver con la cola para la edición número 6 que se realizó en este mismo recinto (primer punto a favor). Después de ello fuimos de frente al campo del estadio ya que mi amiga quería escuchar a los uruguayos del Cuarteto de Nos. Si bien yo estaba yendo para ver a Slipknot, Mago de Oz y 2 Minutos consideré que era una excelente oportunidad para salir de la zona de confort y escuchar bandas nuevas.
Llegamos a la cancha cuando la banda argentina de nu/groove metal Carajo estaba ya terminando su show. Lo poco que pude apreciar de ellos me gustó, “Sácate la Mierda” y “Joder”. Para finalizar hicieron un medley de varias canciones de Pantera (“Five Minutes Alone”, “Domination”, “I’m Broken”, “Cowboys From Hell”, y “Walk”) lo cual deleitó a la fanaticada de la música pesada.
Acto seguido, en el escenario de al lado empezó su presentación el grupo comandado por Roberto Musso. Avanzamos para tener sitio adelante con mi amiga y cuando volteamos su amigo ya no estaba con nosotros y no lo podíamos divisar. Gajes del oficio cuando estás en campo. Ya lo buscaríamos después. El Cuarteto de Nos empezó con “Punta Cana”, canción de su último disco que fue bien recibida por el público. El sol daba en la cara de los asistentes pero ni eso pudo menguar los ánimos después de que empezaran a sonar las primeras notas de “El Hijo de Hernández”. Así, intercalaron sus temas más conocidos (“Lo Malo de ser Bueno”, “Roberto”, “Invierno del 92”) con algunos de su nueva producción ‘Jueves’. Me gustó mucho su presentación, el grupo hizo saltar al público y Musso derrochó actitud y carisma. Antes de terminar su presentación con “Yendo A La Casa de Damián” prometieron volver el próximo año con un concierto propio. A tomar nota.
Nos quedamos en el lado izquierdo del escenario a la espera de Mago de Oz. Así las cosas, nos quedamos sufriendo lentamente ante la inclemencia del sol que nos daba en la cara mientras escuchábamos la presentación de The Rasmus en el escenario contiguo. La banda liderada por Lauri Ylönen mostró algunas canciones interesantes, pero me llama la atención la poca recepción que tienen. Todo el estadio cantó a viva voz su super archi conocido tema “In The Shadows” y alguna que otra canción también fue entonada, aunque con mucha menor fuerza, pero de ahí el público brilló por su ausencia. Es un poco triste -y me imagino que decepcionante para el artista- pedirle al público que cante pero la respuesta no es la esperada (si es que hay respuesta).
Ya para las 4:50 p. m. era el turno de Mago de Oz. Mago es una banda que sigo hace más de 10 años así que siempre ha habido feeling. Los dirigidos por Txus Di Fellatio no se guardaron nada y empezaron con “El Libro de las Sombras”, primer tema de su disco “Hechizos, Pócimas y Brujería”, el primero con su cantante actual Zeta. Los Mago realmente parecen tener una conexión con la hechicería porque convirtieron el agobiante calor solar en un vivo calor corporal producto del movimiento incesante del público. Le siguió “El Amor Brujo”, simpático tema de su última placa “Ira Dei”. Terminó la canción y Zeta pidió una cerveza… todos sabíamos lo que seguía: “La Posada de los Muertos”, canción alegre y que nos imbuye de todo un aire medieval presente en toda la discografía de los hispanos. El frenesí no acabó cuando terminó la canción: acto seguido, el violín marcó el inicio de “Molinos de Viento” y el público terminó de perder la razón.
De ahí vino un poco de descanso en el que Mago nos deleitó con temas nuevos. Hay que mencionar que “Opera Mortis” está compuesto por 3 piezas clásicas famosas: “Married Life” (tema principal de la película “Up”), “O Mio Babbino Caro” de la ópera Gianni Schicchi y Nessun dorma de la ópera Turandot. Patricia Tapia encantó a los asistentes con esta soberbia interpretación donde mostró toda su capacidad vocal. Para los que no conocen, la banda siempre hace tributos a la música clásica, de la cual se ha influenciado y se ha nutrido para crear su característico sonido. Ya para el final “La Costa del Silencio” y su más conocido tema “Fiesta Pagana” terminaron de realmente armar una fiesta.
Concluida la presentación de Mago, y terminando de desaparecer los últimos rayos solares, decidimos que era momento de dar una vuelta por el festival antes que llegue la noche y ya ahí sería imposible. De paso buscábamos a su amigo que dentro de la masa humana fue una tarea imposible (debido también a la falta de señal). Caminamos por todo el recinto y grata fue mi sorpresa por la buena organización y disposición de los escenarios. Todo tenía su espacio para evitar la aglomeración de personas. Eso incluía una cantidad razonable y bien distribuida de servicios higiénicos por lo que prácticamente la cola para utilizarlos era nula (en otros lados la cola es larga, y eso además impide dificulta el tránsito de los asistentes). Lamentablemente, no era el caso de los puestos de comida: tal como presagié desde el inicio, la demanda desbordaba la oferta.
Me pareció que hubo pocos puestos de comida en comparación con los de cerveza. Las colas para los primeros sí eran largas, por lo que preferimos aguantarnos el hambre hasta la salida. Pasamos por los escenarios Rock y Fusión, donde habían buenas cantidades de gente reunida viendo las presentaciones de Río y Temple Sour respectivamente, y donde seguían acudían más asistentes para los shows que se avecinaban. Los escenarios Independiente, Red Bull y Dub Corner también contaban con sus asistentes y dieron una mayor sensación de diversidad dentro del festival. Como dijeron, fue un festival para todos los gustos.
Volvimos al estadio para las presentaciones finales y ya se notaba que el recinto estaba bastante lleno. Costó un poco pero llegamos adelante, justo cuando recién había empezado su presentación Fito Páez. Si bien ya he visto a Fito varias veces y no fue el motivo de mi asistencia a esta edición del VxR, siempre es agradable disfrutar de la música del rosarino. Uno a uno fue entonando cada uno de sus temas más populares: la clásica “El amor después del amor”, la feeling “11 y 6” y el himno “Mariposa Tecknicolor”. Hasta se dio el tiempo de dedicar algunas palabras sobre las protestas en América Latina y la situación privilegiada del Perú: “Estos días… excelente (…) y por los mejores motivos, no como en otros lugares”.
Le siguió Interpol. Mi ignorancia me hizo pensar que era un grupo ochentero. Sus fans me odiarán, pero musicalmente los vi apagados, no es una banda que llame mucho la atención a primera escucha. Al menos en la zona del medio un poco adelante de la consola, nadie sabía sus canciones. Supongo que los fans que estuvieron adelante del escenario lo sintieron de otra manera.
Después de una espera que se hizo larga, llegaba el primer headliner: Slipknot. Durante Interpol se había levantado un telón imponente con el logo de la banda en todo el escenario que, junto con las 2 horas de duración programadas, prometía una velada demoledora. Y no decepcionó: después de sonar “For Those About to Rock (We Salute You)” de AC/DC y su tema propio “515” la banda proveniente de Iowa presionó el acelerador a 1000/kph y empezó el espectáculo con “People = Shit”. La cancha ‘reventó’: los ‘maggots’ comenzaron a realizar pogos aquí y allá, y al finalizar la canción vi mucha gente que estaban yendo hacia atrás para evitar seguir siendo maltratados.
Pero la barbarie recién estaba comenzando: a lo largo de cada uno de sus temas la potencia no bajó su nivel. Los mosh pits en “The Heretic Anthem”, “Spit It Out” o “Duality” fueron muestra de ello. Con nuevos trajes, un nuevo disco bajo el brazo y un nuevo percusionista (“tortilla man”), Slipknot dio cátedra de cómo encandilar a un público compuesto no solo por tus seguidores y sin dejar de hacer música pesada, de la mano de su frontman Corey Taylor que se lució en varios pasajes hablando español (más allá de los clásicos ‘hola’ y ‘gracias’) y refiriéndose a la fanaticada como ‘mi familia’.
Ahora era el turno de The Strokes. Nunca he escuchado la banda más allá de las canciones que pasan en El Tizón, así que esta era la oportunidad de escucharlos bien. Su presentación no me terminó de convencer. Musicalmente cumplió, la banda de indie rock se paseó por cada uno de sus temas conocidos y el público respondió a ellos, pero Julian Casablancas parecía estar con la cabeza en otro lado: habló poco, y lo poco que habló, limitó casi con la incoherencia, además de parecer muy forzado, e irse así sin más. Mucho se dice que así es él y que el problema es de uno por no saberlo, pero recordemos que en este festival no todos son fanáticos de todas las bandas. De un headliner, en lo personal hubiera esperado un poco más, sentí la presentación muy plana y sin energía (no me hateen). Parecía que tenías que ser fan acérrimo de la banda para recién poder disfrutarla. Y se notó aún más después de la excelente interacción que tuvo Slipknot.
Como The Strokes terminó antes no hubo problema y pude ir a ver la presentación de 2 Minutos desde el inicio. Para esta hora muchas personas ya se estaban retirando, y otras estaban yendo al escenario Fusión para terminar la noche con las bandas de cumbia. Por mi parte, estaba cansadísimo después de 11 horas ininterrumpidas de pura música, pero preferí terminar la noche con la banda oriunda de Buenos Aires. Logramos encontrar al amigo de mi amiga (¡por fin!) y ya en el escenario Rock a la 01:10 a. m. salieron los argentinos al escenario y nos soltaron toda la artillería punkeka: “Valentín Alsina”, “Ya No Sos Igual”, “Lejos Estoy” se fueron sucediendo uno a uno. Me gustó la simpleza, frescura y carisma del Mosca que pudo sobrellevar muy bien el horario complicado que le tocó y nos brindó un fin de fiesta rockero memorable. Después de esto ya no dábamos para más así que nos retiramos, felices de haber presenciado como este festival se sigue renovando y cada edición nos sorprende más. Que ya llegue la edición 2020.
Lo bueno: El festival en sí. Bien organizado, lugar espacioso, tanto la zona de escenarios como zonas de descanso, con suficientes puestos de cerveza y el ya clásico espacio para cargar tu celular. Solo entrada la noche se dificultó un poco el movilizarse, pero es lo normal para este tipo de eventos. Me gustó la adición de mesas para comer (no recuerdo haberlas visto en anteriores ediciones). Slipknot demostró su categoría con un espectáculo sin tregua. Varias personas que no comulgan con el metal me han dicho que les gustó su presentación, y eso es un gran punto a favor.
Lo malo: Las colas para la comida (en anteriores ediciones no eran tan largas). Además, la falta de tachos: estuve paseando desde la salida del estadio hasta el escenario Fusión, pasando por el escenario Rock, y no encontré ninguno. Para 2 Minutos, los alrededores del escenario eran un basural.
Lo feo: The Strokes. Para ser headliner, le quedó un poco grande el rótulo. Espero puedan volver y quitar ese sabor amargo (al menos a los que no somos fans).
La sorpresa: El Cuarteto de Nos. Los vi sin ninguna expectativa y salí con ganas de escuchar más de ellos. Si no los han escuchado, totalmente recomendados.
Texto por Aldo Pizardi Villaverde.