Solaris Festival 2018: La fiesta de la música independiente

Se asemejaba a una ilusión, porque los sentidos percibían algo que la mente se negaba a asumir como cierto. Un espacio amplio pero aun así atiborrado de personas que asistían a ver no a los típicos artistas consagrados, sino a varios músicos locales, algunos otros artistas que provenían de países aledaños; pero todos con un agradable sabor a música independiente.

Si es que alguna vez a usted, nuestro hipotético lector, le consultan sobre si su ciudad podría considerarse una capital de la música independiente, usted probablemente responderá que Lima -su ciudad- no lo es. Y es cierto. Nadie, ni el más obstinado y pretencioso de los limeños se atrevería a decir que Lima resalta entre ciudades como Buenos Aires o Sao Paulo por su oferta musical.

Por eso lo del sábado anterior fue como un destello, uno que proviene de esa estrella que aun no termina de encenderse de forma permanente y con todo su brillo. Por ese día pudimos creer que no faltaba mucho más, que la espera iba a ser muy corta. Lima -acompañada de Plug Plug, Bareto, Gondwana, Carajo, Él Mató y Bomba Estéreo– parecía cerca de esa realidad.

Eso fue el Solaris Festival: miles de personas que no tenían problema con zapatear después de un pogo o, incluso, de sacudirse con una alegre cumbia, bandas que tocaban alegremente para una multitud eufórica de la que luego, una vez terminada su presentación, también formarían parte. Un homenaje a las bandas auto-gestionadas y al público con gustos musicales alternativos.

Entonces, si alguna vez a usted, nuestro hipotético lector, le consultan sobre si Lima es una capital de la música independiente, responda que, ciertamente, no lo es; pero por favor, no olvide mencionar que para allá va.