Cuando sentimos que las simples palabras no alcanzan, recurrimos a las canciones. Entonces les dejamos a ellas el encargo de decir aquello que nosotros —torpes, cobardes— no podemos. Está práctica es tan antigua como el amor mismo; sin embargo, pocos conocen el correcto procedimiento para dedicar una canción.
Si usted, hipotético lector o lectora, tiene intenciones de dedicar una canción, será mejor que preste atención a los siguientes tips. Seguro que más de uno le ayudará a evitar un grave error.
1. No dediques tu canción favorita
«¿Pero por qué? Yo quiero dedicar la mejor canción que he escuchado a esa persona para que sepa lo mucho que la quiero», diría un adolescente inexperto. La respuesta a dicho reclamo es sencilla. Si es que acaso la relación —el afecto— se termina, ¿no será pesado volver a escuchar la que fue tu canción preferida?
Será extraño oírla y que cada vez te recuerde a alguien que ya no está en tu vida. En adelante, su recuerdo reemplazará la imagen mental que tenías cuando aún no conocías a esa persona.
Porque —seamos realistas— la mayoría de relaciones; por increíble que sea el afecto, terminan. La estadística no está de tu lado, así que mejor asegúrate. Busca un tema específico para tus intenciones, que cubra todos los requisitos que quieras y haz lo tuyo.
2. No dediques una canción muy popular
Con popular no nos referimos a una canción socialmente ligada al pueblo (de ahí proviene esta palabra), sino a aquellas composiciones que todos —¡todos!— conocen. Hablamos de esos temas que no dejan de pasar por la radio, que ponen en cada reunión, de las que todos se saben el coro y lo cantan como si fuera su favorita: los temas trillados.
El punto 2 está sustentado por dos buenos motivos, el menos importante es que el valor de la dedicatoria disminuye entre más común es la canción. A nadie le impresiona que dediques «Wonderwall« de Oasis, «I Love Her« de The Beatles o, incluso, «Labios Rotos« de Zoé. Todo lo contrario, cuando el tema es inédito para alguien, lo impresiona más.
El otro motivo es, nuevamente, salvarte de ti mismo(a). Si dedicas una canción muy popular y, por algún motivo, la otra persona lo recibe bien, será genial cada vez que la escuchen. La bailarán y la cantarán con un sentimiento especial que nadie más entenderá pero a la vez envidiará.
Sin embargo, todo ese bello efecto es un arma de doble filo. ¿Qué pasará cuando la relación acabe? El dolor será monumental. Escucharás la canción en cualquier lugar al que vayas: en las discotecas, radios, reuniones y calles. Recordarás y será difícil.
Obviamente, con el tiempo esto pierde efecto; pero es mejor evitarse el mal rato. Además, hay una infinidad de canciones allá afuera. Sé menos flojo(a) y ponte a buscar. Tu yo del futuro te lo agradecerá.
3. Averigua de qué trata exactamente la canción
Hace falta saber qué significa una canción antes de dedicarla. Entender las expresiones que utiliza y su significado. Y no, no basta con la interpretación más literal de las palabras. Deberías conocer el contexto en que surgió la canción, por qué fue escrita, para quién y bajo qué circunstancias.
¿Tanta cosa por una canción? Sí. La canción que se dedica debe ser un tema en el que seamos expertos. De otro modo, luego podemos enterarnos de cosas que opaquen nuestras buenas intenciones. O, en el peor de los casos, la otra persona lo descubre antes y malinterpreta el mensaje.
Hablamos de aquellos temas que aparentan ser románticos y bienintencionados, pero resultan oscuros y/o enfermizos. Por dar algunos ejemplos tenemos a «Every Breath You Take« de The Police, que en realidad trata sobre un hombre obsesionado con una mujer que lo rechazó, o «You’re Beautiful« de James Blunt, la cual en palabras de su autor «habla de un hombre extremadamente drogado que está en el metro acosando a la novia de otro tipo que está delante de él».
Lo mejor por ello es googlear antes de meter la pata. Un beneficio adicional es que cuando te pregunten, mucho más podrás decir del tema. No parecerá que solo se te ocurrió e improvisaste. A los ojos de la otra persona, esto podría valer mucho más. O no, quién sabe.
4. Asegúrate que sea del estilo que pueda gustarle a la otra persona
No seas terco. Si a esa persona no le gusta el rock, no le dediques una canción de rock. Si tu pareja es cumbiambera, no la obligues escuchar «Cactus» de Pixies. Igual, si es un fanático empedernido del rock matemático, no le puedes pedir que se escuche completa «No me arrepiento de este amor» de Gilda. El efecto que quieras lograr se verá disminuido considerablemente, si es que acaso no provoca una reacción adversa.
Es cierto, esos ejemplos son exagerados, pero la idea se entiende. Dedicar una canción debe ser algo que complazca a la otra persona, no a uno mismo. Así que a trabajar.
Por otro lado, si ambos comparten los mismos gustos musicales o son abiertos a una amplia variedad de géneros o estilos, felicidades, siéntete afortunado(a)… pero tampoco tanto. Y es que aún así, deben haber canciones o artistas en los que difieran. Nadie tiene exactamente —y hablamos de exactamente— los mismos gustos musicales que la otra persona. Son como las huellas digitales, no se repiten.
¿Qué significa esto? Que será mejor que investigues bien antes de arruinarlo.
5. Por favor, no lo hagas
Dedicar canciones es una práctica venida a menos. En un principio, dedicar una canción significaba componer una pieza para una persona en específico. Luego de algún tiempo, cuando el arte se hizo menos elitista, para que alguien pudiera dedicar una canción, tenía primero que aprender a tocar un instrumento. Tras algunas horas de práctica, podía interpretar el tema que hubiese elegido.
Hoy, con la facilidad de reproducir cualquier canción desde cualquier lugar y en cualquier momento, dedicar se ha convertido en el simple copia y pega de un link, en presionar un botón de compartir. Ya no hay chiste.
Sé consciente y ya no «dediques canciones». Le quitas lo especial a esta bella práctica. Vive tu cariño plenamente y no te gastes en encontrar canciones que coincidan con tu relación, con el amor que sientes y demás cursilerías. En resumen, no busques la canción, deja que ella te encuentre.
¿Te convencimos? No importa. Sabemos que a veces llega una persona que hace dudar, que destruye los cimientos de nuestra forma de actuar y entender la vida. Arriésguese si quiere, nosotros nos lavamos las manos.