Después de abrir las puertas a las 5:30, los primeros asistentes -los más devotos- buscaban el espacio adecuado para aguardar por tres horas y media que salieran Alex Turner y compañía. El sol ya iba perdiendo protagonismo, ahora el problema era esperar de pie por tanto rato: las espalda y las rodillas sufren las más grandes consecuencias de nuestra pasión. Por si fuera poco, estaba prohibido el expendio de bebidas alcohólicas dentro del recinto. Desde hace pocos días atrás Move Concerts ya había dicho que no se vendería cerveza en el concierto. Ojalá hubiese sido mentira.
Al cabo de un largo rato, cuando la luz solar se transformó en penumbra y las personas yacían vencidas junto al cerco metálico que les impedía ir a donde no pertenecían (los de tribuno no pertenecían a Campo B, Los de Campo B no podían juntarse con los de Campo A y los de Campo A tenían prohibido acercarse a las estrellas), la música de ambiente se apagó. Era la señal que todos esperaban. De pie en un solo salto los fanáticos se asomaban con dirección al escenario. Eran las 7:50 de noche y se iban a presentar Los Outsaiders.
La banda peruana de indie rock no había sido bien recibida cuando fue anunciada como los teloneros de Arctic Monkeys. La mayoría de los comentarios en la publicación en Facebook apuntaban a que ellos no daban la talla para anteceder a Alex Turner en el escenario, que su música era aburrida, que imitaban a The Strokes. Una hora después nadie -siendo honesto y en tono serio- pudo decir lo mismo. Los Outsaiders se impusieron a las críticas, a los feroces tecleros, a los trolls, con una gran performance.
Tan impresionante fue el desempeño de los peruanos que Alex Turner felicitó su presentación y halagó su música. Luego del show ambas bandas fueron se fueron a festejar su éxito a un conocido bar en Miraflores. Bien por Los Outsaiders, que seguro habrán terminado de convencer a los “Monos” de su gran nivel cuando cerraron el show con ‘Niña’, tema abanderado de su producción y que revela su estilo en sus primeros años como banda. Eran las 8:30 de la noche.
El plato de entrada había superado con creces las expectativas, ahora era el turno del segundo, el plato de fondo. Pero se haría esperar media hora más. Una angustia invadió la Parcela H: los asistentes entre emocionados y cansados aguardaban de pie que alguien asome por el escenario. Cualquier figura que cruzaba a través de él inspiraba el rumor del inicio del concierto y emocionaba al punto de los gritos. El tiempo se hizo extremadamente largo y las horas bajo el sol, sin cena, empezaban a cobrar factura a los organismos. Eran las 8:59 de la noche.
Las luces se apagaron. Todas la miradas hacia un solo punto, todos callados, sumergidos en la opacidad y en la angustia. Un sonido y un destello bastaron. Los Arctic Monkeys salieron al escenario. Al fin, tantos años esperando ese momento y por fin ocurría. Arrancaron con ‘Do I Wanna Know?’ y continuaron su setlist hasta ‘Don’t Sit Down ‘Cause I’ve Moved Your Chair’ (buen tema para hacer una pausa). Alex agradeció en un español masticado la asistencia de las decenas de miles de peruanos, se acomodó la melena y continuó con el show.
No hay mucho que contar sobre esta parte. Todo podría resumirse en lo mismo, solo varió la intensidad. Algunos temas fueron más coreados que otros, algunos fueron más pogueados que otros, otros fueron más grabados y fotografiados. Incluso, esos temas que son marginados de los playlists de los fans, los que pertenecen al más reciente álbum, fueron celebrados. Una fiesta donde todos disfrutaban a su manera: los revoltosos, los ensimismados, las parejas, los grupos de amigos ebrios. Los adultos con sus hijos o hijas también disfrutaban (probablemente jamás habían visto a sus vástagos tan emocionados y contentos).
‘I Bet You Look Good on the Dancefloor’, ‘Knee Socks’, ‘Teddy Picker’, ‘505’, ‘Tranquility Base Hotel & Casino’ sonaron en el amplio espacio dentro del Jockey Club. Un placer y una pena: cada canción que tocaban era una menos para que acabe el concierto. Y se dio el primer susto cuando luego de ‘4 Out of 5’ los de Sheffield se metieron al backstage para recibir la ovación de costumbre. Eran las 10:35 de la noche.
Una vez que se sintieron extrañados volvieron para terminar con la faena. «I just wanted to be one of The Strokes» fue lo primero que dijo Alex al retomar el micrófono. Para nadie es un secreto a estas alturas que el famoso frontman de los Arctic Monkeys alguna vez fue uno más del público y que se derretía por la música de alguien más. Él no lo niega. Lo asume, e hizo dicha experiencia como fan parte de una canción. Una que cantan miles de personas alrededor del mundo que solo desean ser como él.
Y se terminó poco antes de las 11 de la noche, cuando dejó de sonar ‘R U Mine?’. La aventura que empezó en noviembre del 2018 con la información filtrada por Teleticket de que unos muchachos ingleses llegaban al Perú acabó ayer cuando por última vez Alex Turner agradeció la presencia de la gente y se ocultó tras el escenario. Afuera esperaba la realidad, la vida diaria, la rutina de vivir. Ya no se pensaba en canciones ni en baile, solo en la forma de cómo volver a casa. Eso sí, los recuerdos de esa noche perdurarán hasta que perdamos la cabeza, o hasta que vuelvan y superen lo hecho anoche.
Pudo ser una noche perfecta…
Por cierto, algo que no puede pasar desapercibido es la pésima organización para la salida del recinto. Para un evento sold out no se pueden habilitar tan pocas salidas; o, si acaso se hará así, no pueden ser tan angostas. Si hubiera ocurrido un desastre o un accidente por el que la gente tuviera que desalojar el local, la noticia de hoy no sería un gran concierto, sino la pérdida de vidas humanas. Más importante que poner seguridad para que la gente no se meta a una zona por la que no ha pagado, es poner personal que organice la salida para evitar tragedias. A tomar nota.
¿Te gustaron las fotos? Checa algunas más en el perfil de su autor Raúl Umeres.